miércoles, 5 de diciembre de 2012

Cuento de Navidad


Acercándonos al Pesebre

De:  Lourdes González

 

 

Sala comedor de una casa, decorada con motivos navideños.  Entra Patricia llena de paquetes de regalos,  luego entra Osvaldo también lleno de paquetes de regalos.  Patricia suspira, tira los regalos sobre la mesa del comedor y se deja caer sobre los muebles de la sala.

 

Patricia:  Yo te aseguro que esta es la última vez que me pasa esto.  El año que viene compro todo por correo.

 

Osvaldo:  El año que viene compro una caja de postales y le echo diez pesos a cada una y van en coche.

 

Patricia:   (Sonriendo)  Maceta.

 

Osvaldo:  (sonriendo también)  Malgastadora.

 

Patricia: Bueno, yo creo que es hora de poner todo esto  debajo del árbol.

 

Osvaldo:  Voy a sacar algunas cosas que aun quedan en el carro.  (Sale)

 

Patricia:  (llamando))  Yolanda, hija, ya llegamos.

 

Yolanda:  (desde adentro)   Ya voy mami, estoy ensayando.

 

Patricia:  Esta bien,  ¿Dónde esta Tony?

 

Yolanda:  Salió a jugar baloncesto con los hijos de Claudia.

 

Patricia:   ¿Cuántas veces le he dicho que no me gusta que se mezcle con esos muchachos?  En cuanto llegue me va a oír.

 

Osvaldo:   ¿Pasa algo?

 

Patricia:   Tony anda jugando baloncesto con los hijos de Claudia.

 

Osvaldo:  Vaya con el muchacho.

 

Patricia:  En cuanto damos la espalda, sale de casa y se va a jugar con esos muchachos, y conste que se lo hemos  advertido un millón de veces.  Pero hoy me va a oír, claro que me va a oír.

 

Osvaldo:  Por lo que veo, esta tarde va a ser una típica tarde en la familia Torres Santiago. 

 

Patricia:  Sin ironías por favor,   Ese muchachito tiene que aprender a respetar las reglas de esta casa. 

 

Osvaldo:  Patricia, hoy es nochebuena, deberíamos estar sintiendo buenos sentimientos y no preparándonos para una batalla campal con nuestro propio hijo.

 

Patricia:   ¿Ves?  Ahí esta el problema,  ¿Cómo esperas que nuestro hijo respete mis reglas cuando tu mismo me desautorizas? 

 

Osvaldo:  Es que yo no les veo nada malo a los hijos de esa señora.

 

Patricia:  ¿Y como le vas a ver algo malo sí nunca estas en casa??

 

Osvaldo:  ¿Qué estas diciendo?

 

Patricia:  Lo que escuchaste.

 

Osvaldo:   ¿Qué yo nunca estoy en casa?  ¿Y donde se supone que estoy?

 

Patricia:   Trabajando, le dedicas mas tiempo a tu trabajo que a nosotros.

 

Osvaldo:  Tienes razón le dedico mucho tiempo  a mi trabajo, pero da la casualidad que ese trabajo te da  la ventaja de poderte ir hoy a las tiendas y traerte medio mall en el baúl del carro.

 

Patricia:  No me saques nada en cara, que la mitad de eso es para tu familia.

 

Osvaldo:  (suspira)  Mira estoy cansado, será mejor que me dé un baño y me recueste a descansar.

Yolanda:  (entrando)   Hi, papi, yo creo que vas a tener que dejar el baño para luego, pues ahora tienes que llevarme a la iglesia, tengo ensayo final.

 

Osvaldo:  ¿Ahora?

 

Yolanda:  Ahora.

 

Osvaldo:  Pues vamos.

 

Patricia:  Yolanda, ¿A qué hora es el servicio?

 

Yolanda:  A las 8:00 de la noche.

 

Patricia:  Será mejor que traigas algo de comer, como están las cosas no creo que pueda cocinar algo y estar lista para las ocho de la noche.  Ah, y de paso vas y buscas a Tony y hablas con él.

 

Yolanda:   Nos vemos luego, mamita.

 

Patricia:  Que te vaya bien.

 

(Salen, Patricia acomoda en el árbol los regalos, al terminar va y se sienta en la sala, se quita los zapatos y se dá masajes los pies adoloridos.  Coje el control del televisor y lo prende, cambia algunos canales y finalmente lo deja en  uno que tiene un himno navideño, al final del himno apaga el televisor)

 

Patricia:   ¿Qué nos estará pasando?    Es noche buena, deberíamos estar sintiendo el espíritu de la navidad.  Pero ¿Qué es el Espíritu de la Navidad?

¿Ese árbol lleno de regalos?   ¿La mesa llena de comida?  ¿Una ruidosa fiesta en un lujoso hotel?   A nosotros como que se nos perdió y yo no se como encontrarlo.  (Se queda dormida)

 

apagón

 

 

 

 

 

 

Escena 2

 

La escena en penumbras, a lo lejos se oye una canción navideña, Patricia acostada en el sofá se despierta.  

 

Patricia:  Me quede  dormida.   ¿Qué horas es?   ¡Dios santo, las seis de la tarde!    ¿Dónde estará Osvaldo?    (Llamando)  Osvaldo... Osvaldo...  (se levanta y mira por la ventana)  No esta el carro.   Que raro, hace tres horas que salió a llevar a Yolanda al ensayo, ya debería estar aquí.  ¿Les habrá pasado algo?  Voy a llamarlo...   (Va hasta el teléfono y marca y espera)   No hay comunicación.  Esto sí que esta raro.  ¿Y ahora que hago?  Ya me estoy empezando a poner nerviosa?  OH Dios que no les haya pasado nada malo. (Tocan el timbre)  ¡Gloria a Dios!  Deben ser ellos.   (Va rápido a abrir la puerta, entra Claudia)  ¡OH, es usted!

 

Claudia:  Lo siento, Señora, pero es que estoy muy preocupada, mis hijos cogieron pon con su esposo para ir al ensayo de la iglesia y aun no han llegado.

 

Patricia:   ¿Cómo?

 

Claudia:  Llamé a la iglesia y me dicen que ellos no llegaron al ensayo, y yo no sé que puedo hacer.

 

Patricia:  ¡Que raro!   Yo también estoy preocupada.  ¿Les habrá pasado algo?

 

Claudia:  Señora, ¿No habrá alguna manera de comunicarse con él?

 

Patricia:  Ya trate por el celular y no logre nada.  Voy a tratar de nuevo.  (Va al teléfono, pero al darse cuenta de que Claudia esta en la puerta sin atreverse a entrar, la invita a pasar)  Entre y siéntese, por favor.

 

Claudia:  Gracias.

 

Patricia:   (Trata de llamar pero no consigue comunicarse)  No hay señal,  no sé que estará pasando, pero el celular esta fuera de alcance.

 

Claudia:   ¿Y donde pueden estar?  La iglesia queda cerca.

 

Patricia:   Debe ser la época, las líneas están muy llenas y la comunicación se carga.

 

Claudia:   ¿Qué podemos hacer?

 

Patricia:   No lo sé, ¿dice usted que llamo a la iglesia y le dijeron que ninguno había llegado?

 

Claudia:   Si y allí también estaban muy preocupados por ellos.

 

Patricia:  Pues ya somos muchos los preocupados...

 

(Pausa, ambas mujeres se miran una a la otra, todavía recelosas, a la Claudia darse cuenta de que ya  no tiene nada que hacer se levanta para irse)  

 

Claudia:  Bueno, Será mejor que me vaya,  si sabe algo me avisa.

 

Patricia:   Claudia, por favor no se vaya, estoy tan nerviosa, tal vez juntas podamos encontrar una solución a esto.

 

Claudia:   Bien

 

Patricia:  Deberíamos llamar a la policía,  tal vez allí tengan alguna información.

 

Claudia:   ¿Usted  cree que... ?

 

Patricia:  No lo sé, pero por algún lado tenemos que empezar.  (Se acerca al teléfono y llama,  todo en voz bajita sin que él publico le oiga)  Nada, no hay   noticias de ningún accidente.

 

Claudia:   Por lo menos, eso ya es un alivio.

 

Patricia:   ¿Dónde te has metido Osvaldo Torres? 

 

Claudia:  Tengo los nervios destrozados, no sé que voy a hacer.  ¡Que mal momento para pasar un mal rato!

 

Patricia:   Tengo agua de azahar, si quiere le puedo preparar una poquita.

Claudia:   Me parece bien  (Patricia sale hasta la cocina y regresa con un pote de agua de azahar y una jarra con agua)

 

Patricia:   ¿Una cucharadita?

 

Claudia:   Bien.  A esta hora deberíamos estar cenando en casa, para luego partir para la iglesia.  

 

Patricia:   Pues nosotros nos íbamos a tener que conformar con alguna comida de “fast food”.  Después de estar un día entero de compras, no me sobró tiempo para preparar la cena.

 

Claudia:  Yo estuve el día entero cocinando.  Y ahora no sé si mis hijos llegarán a comerse toda esa comida.  (se le hace un nudo en la garganta)

 

Patricia:  Nos estamos angustiando antes de tiempo, tal vez no es nada.

 

Claudia:   Ayer estuve en el ensayo y vi a Yolanda ensayando, lo hace muy bien. 

 

Patricia:  Gracias, yo nunca la he visto.

 

Claudia:   ¿Ustedes no van a la iglesia con ellos?

 

Patricia:   Nosotros íbamos cuando los muchachos eran unos niños, pero luego cuando ellos crecieron dejamos de ir.

 

Claudia: Sin embargo los muchachos aun asisten.

 

Patricia:  Si, a ellos les gusta, le habíamos prometido ir esta noche.  Ya teníamos todo listo.  Aunque ha decir verdad, yo hubiese preferido quedarme en casa viendo televisión y descansado.  Después de estar todo un día de compras a uno no lo quedan ganas de  salir para ninguna parte. 

 

Claudia:  Pero es noche buena...

 

Patricia:  ¿Y que?  Si lo miras con ojos críticos  es una noche como cualquier otra.

 

Claudia:  para mi no,  para mí esta es la noche más especial de todo el año, porque es en esta noche en que recordamos el nacimiento del hijo de Dios.

 

Patricia:  No hay certeza de que nació ese día.

 

Claudia:   Es cierto, la fecha no es lo importante, lo importante es la celebración.

 

Patricia:  ¿Sabes una cosa?   ¿Ves ese árbol que esta ahí?   Esta repleto de  regalos.   Invertimos todo el día de hoy en correr como locos en las tiendas comprando regalos y más regalos para obsequiárselos a la familia.  Y lo más gracioso de todo es que la mayoría de ellos van a parar a gente que apenas vemos dos o tres veces en el año.      Aquí hay algo mal, algo que no esta bien.  ¿Cómo es posible que  para unos sea una celebración y para otros una tortura?

 

Claudia:  ¿Qué significa para ti la navidad?

 

Patricia:  ¿El nacimiento de Cristo?

Claudia:  Me estas contestando automáticamente.

 

Patricia:   Es cierto, pero ¿Qué te puedo contestar?  No sé dónde se me perdió el espíritu navideño, pero lo cierto es que desde hace muchísimo tiempo la navidad no tiene ningún  sentido para mí. A veces quisiera  volver a tener cinco años.

 

Claudia:  La inocencia no tiene nada que ver con el espíritu navideño.  El espíritu navideño es la convicción de que Jesús hizo el mejor regalo del  mundo a la humanidad.   Todo esta celebración  tiene un motivo y es recordarnos que Él,  siendo Dios se humilló convirtiéndose en hombre para así darnos una oportunidad de salvación a los hombres.

 

Patricia:  Reconozco  que estoy muy lejos de Dios.

 

Claudia:  Y porque no aprovechas una oportunidad como esta para acercarte a el.

 

Patricia;   Y tal vez así pueda sentir nuevamente el espíritu de Navidad...

 

Claudia:  Acercándote a Dios sentirás primeramente, perdón, paz, y amor.  Con esos tres es suficiente para que la navidad vuelva a tener sentido en tu vida.

 

Patricia:  Claudia, por favor ora por mí.   (Claudia la abraza y ora con ella)

 

(Suena el teléfono, Patricia corre a contestarlo)

 

Patricia:   Hola,  ¡Osvaldo!  ¿Pero que te pasó?  Estamos angustiadísimas por ti y los muchachos...   ¿Cómo?...  ¡Dios mio!...  Si... Bien...  Ahora mismo salimos para allá.  (Cuelga)

 

Claudia:   ¿Qué paso?  ¿Están todos bien?

 

Patricia:   Si  no te preocupes, todo esta bien,  le dieron pon a una pareja que encontraron en el camino, y la mujer se puso de parto.   Acaban de presenciar el nacimiento de un hermoso niño.

 

Claudia:  ¡ Que historia tan maravillosa!

 

Patricia:  Ven, vamos a ayudarlos.

 

(salen)

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